Publicado el: 2025-10-30
El anuncio de la Fed volvió a mover el tablero financiero. El banco central de Estados Unidos decidió reducir las tasas de interés y llevarlas al rango de entre 4 % y 4.25 %, algo que no hacía desde hace casi un año.
El cambio llega en un momento en que la economía estadounidense muestra señales de cansancio: la inflación sigue bajando, pero el empleo y el consumo ya no crecen al mismo ritmo.

El anuncio de la Fed no sorprendió del todo. Muchos analistas ya anticipaban un recorte, aunque pocos imaginaban que Jerome Powell, su presidente, sería tan prudente en el mensaje.
"La economía está más estable, pero no fuera de peligro", dijo Powell al presentar la decisión. Según explicó, la idea es dar algo de oxígeno a empresas y familias sin dejar que los precios vuelvan a dispararse.
La votación fue casi unánime: once miembros apoyaron el recorte de un cuarto de punto y solo uno pidió una baja mayor.
La decisión tiene su contexto. En los últimos meses, varios informes mostraron una desaceleración clara: las contrataciones bajaron, el gasto del consumidor se enfrió y algunos sectores, como la construcción y la tecnología, empezaron a frenar inversiones.
Frente a eso, el anuncio de la Fed busca prevenir un enfriamiento mayor. Powell explicó que no se trata de un cambio brusco, sino de una "pequeña corrección" para mantener el equilibrio.
En pocas palabras: la Fed quiere evitar una recesión sin dejar de lado la lucha contra la inflación.
Aunque parezca un tema lejano, el anuncio de la Fed puede afectar a millones de personas. Cuando las tasas bajan, los créditos —como las hipotecas o los préstamos personales— suelen volverse un poco más baratos. También puede ser una buena noticia para quienes buscan financiar un negocio o refinanciar deudas.
Sin embargo, los efectos no se sienten de inmediato. Los bancos suelen tomarse su tiempo antes de reflejar los cambios, y cada entidad lo hace a su manera.
En resumen, la medida busca hacer que el dinero circule un poco más fácil, sin arriesgar el control sobre los precios.
La primera reacción al anuncio de la Fed fue moderada. El dólar bajó frente a otras monedas, las bolsas subieron levemente y los rendimientos de los bonos del Tesoro cayeron.
Los inversionistas interpretaron la decisión como una señal positiva, aunque Powell enfrió el entusiasmo: advirtió que no hay garantía de otro recorte este año. En sus palabras, "todo dependerá de cómo se comporten los precios y el empleo en los próximos meses".
Ese tono mesurado hizo que el mercado adoptara una postura más prudente. Nadie quiere apostar demasiado hasta ver cómo se desarrolla el panorama.
Las decisiones de la Reserva Federal no se quedan en Estados Unidos. Cada anuncio de la Fed tiene consecuencias en el resto del mundo.
Cuando las tasas bajan, suele bajar también la fuerza del dólar, lo que da cierto alivio a las economías emergentes. Países de América Latina podrían beneficiarse de un dólar menos fuerte, y eso podría ayudar a estabilizar sus monedas.
En Asia, el recorte fue recibido con optimismo. Algunos bancos centrales podrían seguir un camino similar si la desaceleración global se confirma.
Aunque la noticia suena alentadora, la Fed sigue caminando con pies de plomo. La inflación está más controlada, pero todavía no llega al 2 %, que es la meta oficial. Además, algunos indicadores del mercado laboral empiezan a mostrar señales de debilidad.
Powell insistió en que el banco actuará "con calma y según los datos". No quiere ni apurar los recortes ni mantener las tasas demasiado altas si la economía se enfría demasiado.
En otras palabras, la Fed está tratando de mantener el equilibrio sin caer en los extremos.
Con este anuncio de la Fed, muchos miran hacia diciembre, cuando se realizará la próxima reunión. Si la inflación continúa bajando y el empleo se mantiene estable, podría haber otro recorte. Pero si los precios se estancan o el consumo se reactiva demasiado rápido, la Fed podría detenerse ahí.
Por ahora, el mensaje fue claro: no hay un rumbo fijo, y cada decisión dependerá de lo que digan los números.
El anuncio de la Fed de reducir las tasas a entre 4 % y 4.25 % marca un cambio en el tono de su política. Ya no se trata solo de combatir la inflación, sino de cuidar que la economía no se enfríe más de lo necesario.
Los mercados reaccionaron con calma, los analistas lo ven como una jugada prudente y Powell dejó abierta la puerta a nuevas decisiones según evolucione la situación.
En un mundo económico cada vez más incierto, la Fed parece apostar por el equilibrio: moverse lo justo, en el momento justo, sin pasarse de freno ni de acelerador.
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