La lira turca alcanzó un mínimo histórico esta semana, a pesar de la debilidad del dólar a raíz de un informe de empleo negativo. Ha caído un 13,8% este año y no se vislumbra un final.
La lira turca alcanzó un nuevo mínimo histórico esta semana, aunque el dólar se vio afectado por un débil informe sobre empleo. La espiral descendente parece interminable, con una pérdida del 13,8% este año.
Los fondos de cobertura y otros operadores han inyectado miles de millones de dólares en la lira turca en los últimos meses para obtener buenos rendimientos, lo que dejó al país más vulnerable a cambios repentinos en el sentimiento.
Esta es la última señal de cómo el giro de Turquía hacia políticas económicas convencionales ayudó a atraer flujos de capital. En julio, Moody's Investors Service otorgó a Turquía una inusual mejora de dos niveles en su calificación crediticia de nivel basura, a B1.
Más importante aún, el banco central podría reconstituir su fondo de reserva de divisas, que se había agotado. La inflación general de Turquía registró en julio la caída más pronunciada en casi dos años, ligeramente por debajo de las previsiones de consenso.
Sigue siendo un desafío persuadir a los hogares y a las empresas de la credibilidad de la trayectoria de inflación proyectada, ya que sus expectativas a 12 meses son significativamente superiores a las reflejadas en los mercados financieros.
Los inversores más conservadores, como los fondos de pensiones, siguen demasiado nerviosos como para hacer grandes inversiones en Turquía, por temor a que Erdoğan cambie de rumbo en sus políticas. La inversión extranjera directa a gran escala también sigue siendo difícil de conseguir.
La lira estaba claramente sobrevendida en medio de una tormenta de volatilidad, pero no hay señales de revertir la tendencia bajista a largo plazo. El nivel a tener en cuenta es la media móvil simple (SMA) de 50 días, por debajo de la cual probablemente se desbloqueará un mayor potencial de repunte.
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